Llevé a mi esposa a dormir en el almacén porque tuvo el valor de discutir con mi madre. A la mañana siguiente, cuando abrí la puerta y vi la escena… me quedé sin palabras.

Una mañana, mi tía se me acercó y me tocó el hombro:

– “Raj, un consejo. Cuando una mujer presenta una demanda de divorcio, es difícil hacerla cambiar de opinión. Solo tienes dos opciones: aceptarlo o humillarte y pedir perdón. Pero recuerda, esto ya no es un asunto personal, ahora afecta el honor de la familia Kapoor.”

Me senté en silencio. La presión de mi madre, los parientes, y la opinión pública pesaban sobre mis hombros. Pero mi mayor temor seguía siendo el mismo: no volver a oír a mi hijo llamarme “papá” cada mañana.

El clímax se aproxima

Esa noche, salí solo al patio, mirando el cielo estrellado con el corazón lleno de ansiedad. Sabía que estaba a punto de perderlo todo… o debía hacer algo que nunca había hecho antes: enfrentarme a mi madre, y luchar por recuperar a mi esposa y a mi hijo.

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