Condimenta las pechugas de pollo con sal y pimienta al gusto y en una sartén amplia, calienta el aceite de oliva a temperatura media-alta.
Sofríe las pechugas en la sartén por ambos lados hasta que adquieran un tono dorado uniforme. Esto asegurará la retención de los jugos y añadirá un toque de sabor.
Retíralas de la sartén y ponlos aparte. En la misma sartén, añade la manteca y saltea la cebolla y el ajo hasta que estén dorados y exhalen su fragancia.
Si estás usando hongos, incorpóralos a la sartén y cocina hasta que estén suaves.
Vierte el caldo de ave en la sartén para desglasar, raspando los residuos del fondo para aprovechar los sabores. Agrega la crema de leche y el tomillo (si es de tu preferencia).
Cocina a fuego medio-bajo hasta que la salsa se espese ligeramente.
Vuelve a poner las pechugas de pollo doradas en la sartén y cocina a fuego suave durante unos minutos para que se impregnen con la salsa. Ajusta la sazón según sea necesario.
Coloca las pechugas a la crema sobre arroz, pasta o la guarnición que hayas elegido. Decora con perejil fresco picado antes de servir.
Recomendaciones
Utiliza pechugas de pollo de buena calidad y frescas para obtener los mejores resultados. También asegúrate de tener todos los ingredientes necesarios para la salsa a mano, como manteca, cebolla, ajo, caldo de pollo, crema de leche y condimentos.
Evita cocinar demasiado las pechugas de pollo, ya que pueden volverse secas y duras. Una vez doradas, retíralas de la sartén y continúa con la preparación de la salsa.
Cocina la salsa a fuego medio-bajo y revuelve constantemente para evitar que se queme o se espese demasiado rápido. Debe tener una consistencia cremosa pero no demasiado espesa.